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Parteras, Necesitamos cuidarnos y quien nos cuide

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Parteras, Necesitamos cuidarnos y quien nos cuide

Del 22 al 24 de febrero del 2024, se llevó a cabo en la ciudad de Oaxaca, México, el Congreso de Casas de Partería. En éste evento participamos cerca de 25 parteras de varias partes del mundo, principalmente Haití, Chile, Perú, Estados Unidos, Sudáfrica y México. 

Entre las conferencias presentadas, María Cortés, partera y fundadora de la única casa de partos en Guadalajara, Casa Aramara, presentó el tema: “¿Cómo prevenir el sobre-agotamiento en parteras en una casa de partería?”. Y aquí se deja bien claro de lo que poco se habla: la des-romantización de las cuidadoras del nacimiento. La logística que implica atender cada parto, los recursos personales, físicos y económicos que se dejan en cada acompañamiento, las responsabilidades que hay que cubrir como hijas, madres, amigas y parejas, que si bien generalmente son una gran red de apoyo, también es cierto que muchas veces llegan los reclamos sobre el tiempo que no les dedicamos por atender llamadas a cualquier hora del día y de la noche y en cualquier fecha, incluídos aniversarios, cumpleaños, torneos, festivales y un largo etcétera.

Las parteras presentes en el evento, organizado por GoodBirth.net coincidían con lo que Maria exponía; eso me abrió los ojos “¡nos pasa a todas!”. Tan solo habló del sobre agotamiento que implica cuidar “sin complicaciones”, porque aún faltó hablar de cuando de buenas a primeras no pagan el servicio brindado, o el miedo a las demandas y cuando la familia queda molesta con el parto porque se salió de las expectativas que había. 

Parteras cuidadores

Si hubiera tenido más tiempo, seguramente también hubiera contado sobre las veces que durante el trabajo de parto hemos tenido que dejar pasar horas largas de ayuno, se termina el agua de la botella que llevamos y a veces no hay un lugar cercano para rellenarla o para buscar comida. Y tal vez hubiera contado de los lugares pequeños e incómodos donde hemos dormitado, porque a nadie se le ocurrió incluir en el plan de parto un espacio adecuado para que el equipo descasara. 

Las propuestas que presentó fueron, entre otras, tener un equipo de respaldo, rolar turnos de guardia y seguir un sistema donde no es solo una partera a cargo de una mujer, sino todo un grupo de profesionales que trabajen bajo la misma filosofía. 

Recordé mis tiempos como doula. En ese momento me contrataban a mi, individualizada. Si les mencionaba que tenía una colega de respaldo en caso que estuviera en otro parto, las mujeres abrían grandes sus ojos y entraba ese nervio de “¿entonces no vienes tú?”, generando una gran expectativa sobre mi trabajo y mis tiempos. Eso me hacía tener nervios de mencionarles que en su fecha probable de parto ya tenía planeadas unas vacaciones, incluso en mis primeros años, cancelé salidas familiares hasta que hubiera parido una mujer, todo por “no fallar”. Claro que está la ventaja de generar un vínculo personalizado y fuerte con cada mujer, pero, ¿eso es suficientemente fuerte como para que sea a costa de un verdadero descanso y autocuidado?.

Si hablamos como red de cuidadores sobre “¿quién cuida al cuidador?” estoy convencida de que poco a poco podremos dar una mejor calidad en el acompañamiento, sin dejar en el camino la salud propia, aumentado los casos de éxito y fomentando una nueva cultura con la población en general, así como generar un cambio con las formas de aprender (me refiero a las jornadas eternas de estudiantes de medicina, por ejemplo) y de ejercer el cuidado del otro.

Finalizando las propuestas de Maria en la conferencia, se me vino a la mente el recuerdo del parto de Esmeralda, al que Lucy Pérez nos invitó en San Juan de los Lagos. Después de haber llegado, Esmeralda aún no iniciaba trabajo de parto activamente. Ella nos invitó a caminar en el cerro y cortaron nopales; nos llenaron una bolsa completita para repartirnos como regalo entre las que estaríamos en su parto. Lucy nos ofreció su casa para ir a descansar del viaje, cenamos con calma, tomamos una ducha y nos fuimos a dormir en la cama cómoda de su hijo. Toda la noche Esmeralda estuvo en casa de su doula, Cecy Esquivel, porque ahí sería el lugar del parto. Cerca de las 7 am me llamó Cecy, para avisarme que parecía que ahora si el trabajo de parto se había instalado y Keili nació 9:37 am. Mientras terminamos de limpiar el espacio y recoger el equipo, Lucy nos había preparado un desayuno exquisito: huevo y nopales del cerro, café y una pieza de pan calientito. Mientras nos servía preguntó:

-¿Quién les cocina a las parteras en cada parto?

– Nosotras mismas, a veces la abuela, si es que está presente, pero generalmente nosotras mismas.

-¿Y si el parto es largo, sin una doula? ¿Que ustedes hubieran tenido que estar toda la noche con la mamá?

-Compramos unos tacos…

Carcajeamos después de eso, pero en nuestro corazón sembró la semilla: Necesitamos cuidarnos y quien nos cuide. Necesitamos prevenir el sobre agotamiento. Necesitamos hablar más de esto y emplear estrategias que nos permitan desnormalizar el estar cansadas como sinónimo de éxito.